La situación de emergencia que atraviesa el estado, el rápido fortalecimiento del huracán en aguas del Caribe, y la velocidad a la que se desplaza hacia el sureste de México -a unos 26 kilómetros por hora-, hicieron estallar el nerviosismo y la ansiedad de la población. Mientras los pescadores de zonas como Cancún y Puerto Morelos sacan sus embarcaciones del mar para protegerlas del oleaje salvaje que arrastrará consigo Delta, se reportan compras de pánico y estrés en numerosos municipios.
En las estaciones de gas, y en las tiendas de materiales de construcción y bricolaje las filas son interminables. A través de redes sociales, circulan también fotografías y videos en los que se observan los estantes de los supermercados vacíos, ya que muchas familias han querido aprovisionarse y comprar despensas antes de la llegada de Delta.
Además de adquirir bienes esenciales, muchos ciudadanos protegen ya con tablones de madera los cristales y vidrios de sus viviendas y negocios, para aislarlos en lo posible de las rachas de 250 kilómetros por hora del ciclón.